sábado, 10 de noviembre de 2012
El helado y el vasito de leche
-¿Un vasito de leche?
-Sí, es que aquí es costumbre dar un vasito de leche junto con el helado.
Pensé que igual era como cuando pedías churros y te daban un vaso de agua y acepté. La señora me daba mi helado y me acercaba un vaso blanco y me decía sin inmutarse que eran 27 euros.
-¿VEINTISIETE EUROS?
-Sí, 2 del helado y 25 de la leche.
-¿Cómo puede costar 25 Euros un vaso de leche?
-Es que no es leche normal, es leche condensada con limonada.
Y antes de que yo pudiera reaccionar ante tamaña estafa y tamaña porquería me llamaba un compañero al móvil preguntándome por qué no iba a clase. Yo le respondía que no tenía y él me decía que sí había, así que yo soltaba el helado y miraba mi horario, donde, efectivamente veía lo que no había visto antes. Me ponía muy nerviosa porque no me iba a dar tiempo a llegar ya que no tenía el coche, y antes del colapso, me despertó el teléfono porque me habían mandado un chiste.
miércoles, 1 de agosto de 2012
El río V
lunes, 25 de junio de 2012
Sin batería en el Tibidabo
Una vez arriba, se olvida de las atracciones y entramos en una casa a merendar. Le grito que voy a salir a hacer fotos, y cuando intento disparar, descubro que mi cámara no tiene batería. Me odio por irme de viaje sin haberla cargado antes. El resto del sueño me lo paso quitando pilas de relojes y otros objetos electrónicos que me encuentro en esa casa extraña intentando que hagan funcionar mi cámara en vano.
domingo, 24 de junio de 2012
Pizza Margarita
domingo, 17 de junio de 2012
Densidad lunar
martes, 12 de junio de 2012
El anillo de pedida
lunes, 11 de junio de 2012
Un paseo en lancha
[Nota: En la vida real jamás hubiese ido a ver carreras de coche]
[Nota2: En lancha motora no se puede llegar de ninguna de las maneras a la Facultad de Filosofía, a menos que esta funcione con ruedas o vuele]
[Nota 3: Si íbamos de Valencia a Alicante íbamos hacia el sur, pero Segorbe está al norte de Valencia]
jueves, 31 de mayo de 2012
No quiero un ipad
Lechugas azules
Nota: Octavio Paz jamás fue un hombre pequeño, de grandes gafas y aspecto ratonil que llevaba sombrero de copa. Era más bien un hombre fuerte, con buena vista y con aspecto de intelectual serio, que como mucho, llevaba corbata.
jueves, 8 de marzo de 2012
Gusanos
miércoles, 7 de marzo de 2012
Xenofobia
Cuando das una fiesta en casa, siempre llega un punto en que la cosa cobra vida propia y empieza a desarrollarse por sí sola sin necesidad de tu supervisión. La gente interacciona, la bebida corre, la comida se acaba.
Nosotros estábamos de celebración porque mi amigo S por fin había vuelto de su erasmus intergaláctico, y en uno de esos puntos en que el guateque alcanza autonomía, mi amigo me llevaba aparte a la habitación en donde dormiría, y con una emocionada sonrisa acompañada de un no se lo cuentes a nadie, encendía una ténue luz de mesita de noche y las sombras del rincón más apartado de la habitación obtenían definición para pasar a mostrar la figura de un alienígena con la cabeza gacha. Efectivamente, se había traído un extraterrestre consigo, y efectivamente, la idea no podía horrorizarme más.
En mi sueño no podía imaginar algo más repulsivo que tener un extraterrestre en casa, ése no era su lugar. No debería estar ahí medio agachado en ningún rincón de ninguna habitación de mi casa. Y aún considerando su aséptico aspecto, su figura de alienígena clásico de manual, mi mente no podía concebir su derecho a existir donde se hallaba ni el derecho de mi amigo S a sonreir con ese aire estúpido, orgulloso de su particular souvenir.
En el mismo sueño además, con fondo de relato moralista, un terrible sentimiento se apoderaba de mí: no estaba siendo mejor que un racista, machista u homófobo. Todos dábamos asco. Unos por esto, otros por lo otro.
sábado, 3 de marzo de 2012
La piedra
viernes, 2 de marzo de 2012
Sobre nutrias
R y yo paseábamos por un bosque húmedo y de tonos verde oscuro, y marrón. Por el mismo discurría un río en suave pendiente desde el pequeño cerro por donde se extendían los árboles. Junto con el río y siguiendo su trayectoria por el lado izquierdo, un camino sinuoso permitía un agradable paseo por la orilla del curso de agua. En cuanto R y yo decidíamos adentrarnos por tal sendero, observamos a dos juguetonas nutrias nadando alternativamente corriente arriba y corriente abajo.
Reminiscencia de viejos recuerdos, de excursiones familiares y salidas educativas a la montaña, recuerdo repentinamente qué nombre reciben las nutrias en valenciano, y exclamo dirigiéndome a ellas: 'Les llúdrigues, les llúdrigues!'. Ellas reparan en mí, salen del agua y se acercan.
R permanece en su sitio y yo me dirijo a 'les llúdrigues', éstas vienen hacia donde estoy y elevándose sobre sus dos patas traseras se apoyan en mí, y una de ellas me muerde. Intento deshacerme de ellas caminando hacia el bosque, siempre bordeando el río. Ellas siguen mis pasos, y cuando me paro esperando que hayan cesado en su acción mordedora, vuelven a atacarme las dos, pero débilmente, como si fueran dos gatos mordiendo al jugar.
Yo vuelvo hacia donde está mi amiga R, pero todavía llevo detrás a 'les llúdrigues' y van a continuar persiguiéndome.