Sueño.

(Del lat. somnus).

1. m. Acto de dormir.

2. m. Acto de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes.

3. m. Estos mismos sucesos o imágenes que se representan.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Un niño en una bota

En mi sueño atendía un parto de emergencia, de la supuesta novia de mi primo, quien hace ya un año que tuvo a su hijo. Sólo estábamos mi padre, mi hermana y yo y el niño nacía sin problemas pero la madre desaparecía. Después, para que el niño estuviese cómodo y no le colgase la cabeza en el ángulo tan extraño en el que estaba, yo decidía meterlo en una de mis botas de montaña, las que ahora estoy utilizando todo el tiempo para ir por la nieve. Un rato después reñía a mi hermana porque el niño no podía estar bien en la bota y teníamos que buscar leche de gato en una máquina expendedora para darle de comer.


Después me desperté.

Vida extraña

Dos compañeras del instituto con las que casi nunca he hablado vienen a hacerme una visita a una casa enorme en la que hace mucho calor. A través de las cristaleras se percibe un jardín selvático donde todo es verde muy fuerte. Una de ellas dice que estoy muy guapa en mi foto de bodas. Pregunto que a qué viene esa broma y ella, muy seria, coge un marco en el que aparezco yo vestida de novia en una iglesia. En dicha foto, en vez de mirar a la cámara, observo uno de mis zapatos. Aparece mi madre bajando unas escaleras que antes no estaban allí y le digo que cuánto tiempo hace que estoy casada. Su respuesta es un año. Pregunto dónde tengo que ir para divorciarme ya que todo me parece una auténtica locura o un error y me dice que piense en mis mellizos. Entonces, la otra compañera de instituto me tiende triunfal una foto de dos bebés recién nacidos con el pelo muy negro a los que les doy yo misma el biberón con la ayuda de mi marido. Los bebés son extremadamente feos, yo parezco mucho mayor de lo que pienso que soy y mi marido es tan atractivo que seguramente me pondrá los cuernos con alguien. Me echo a llorar y mi padre me consuela mientras jugamos al dominó. Esas fichas blancas y negras me recuerdan a mi foto de bodas y a mis bebés.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Casa flotante

Fui a visitar a D. a su tierra. Su casa era de madera, construida encima de un río...literalmente. Estaba empeñado en enseñarme su nueva tele de alta definición pero yo sólo estaba pendiente de agarrarme a algo. La casa se movía de un lado a otro y me mareaba. Quería salir al balcón pero me daba miedo caerme con los tumbos que dábamos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Operación

Me veía a mí misma en una mesa de operación. Los dos médicos se peleaban entre sí, sin haberme abierto siquiera y de pronto había sangre en todas partes. Veía al yo de la camilla sangrar como por arte de magia y el yo que contemplaba se desangraba también.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Excursión

J. y yo nos bajábamos de un tren y paseábamos por un bosque que parecía otoñal pero la temperatura era más propia de primavera. A nuestra izquierda había vías de tren cubiertas de hojas. Yo hacía un comentario referente a lo extraño que era que los trenes pasasen por medio del bosque. J. ya no era J., sino L. Entonces la idea del bosque raro tenía más sentido y me sentí reconfortada. De pronto íbamos por una muralla desde la que se veía el mar y había faros rojos y blancos y barcas que subían y bajaban con la marea. Las vistas me hicieron muy muy feliz. '¡Qué bonito es el noreste!' Le dije a L. pero me di cuenta de que volvía a ser J. Me decía que ya haríamos fotos luego y bajó de la muralla. Yo quería que saliese el mar a través de un arco a través del cual se veían unas barquitas azules pero mi cámara enfocaba sin disparar, a pesar de que yo apretaba con todas mis fuerzas, hasta que me dolía la yema del dedo. Cuando por fin conseguí inmortalizar algo, todo se había movido y la imagen resultante me hacía llorar de frustración. J. preguntó a voces que por qué no bajaba pero yo ya me encontraba en un seminario diciendo que se me daba mejor la literatura que la lingüística.

lunes, 15 de noviembre de 2010

En mi sueño nadie practicaba snowboard

No ha nevado este noviembre y la temporada turística en Andorra amenaza con echarse a perder. Llega el puente un año más, pero esta vez es de cuatro días, ningún mortal quiere perder la oportunidad de deslizarse sobre la nieve por primera vez desde los últimos días de Marzo, ningún hostelero quiere perder la oportunidad de hacer caja.
La ladera de la montaña a más de dos mil metros de altitud es toda piedras y tierra cuando no la cubre la nieve. Hoy la nieve generada artificialmente por los cañones de ídem sólo cubre el recorrido exacto de las pistas principales, dotando a la ladera de un aspecto grotesco y sucio, como de chorritones de leche condensada sobre pan de centeno. Las piedras a veces sobresalen de la fina capa de nieve que ha quedado depositada déblimente sobre la tierra, es mediodía y estamos a 10 grados.
Los esquiadores se lanzan siguiendo la nieve, desde abajo son hormigas que sólo se interesan por la leche condensada. En la pista de dificultad media situada más a la derecha un hombre cae y no puede levantarse. El resto de hormigas la consideran un miembro prescindible de la colonia y la ignoran. Sólo el Gobierno de Andorra que vela por los intereses de toda hormiga turista extranjera -y esto es casi cada hormiga sobre la Tierra- ofrece todo un despliegue de medios para el rescate del herido. Motos nieve conducidas a toda velocidad por ATS que surcan las pistas provistos de camillas, mantas isotérmicas, termos con café y primeros auxilios de nivel.
Pero de repente el Sol empieza a esconderse tras las montañas, de repente la tarde está llegando a su fin. Y como cada tarde, los cañones de nieve se pondrán en funcionamiento para que al día siguiente los esquiadores puedan seguir disfrutando aunque sea de una débil sábana de cristales helados. El problema es que no pueden detenerse los cañones, y la hormiga herida continúa sin poder levantarse. Pronto estará herida y sepultada bajo la nieve.
Aún bajo la amenaza de los cañones de nieve que se elevan estratégicamente a lo largo de toda la ladera para poder cubrir hasta el último rincón de cada pista, algunos pequeños héroes anónimos conducen vehículos de engranajes traslúcidos que pilotan sobre la nieve casi como en acto de levitación. Como nadie puede evitar la caída masiva de la nieve artificial ni saben exactamente el momento en que se producirá, han trazado un plan para dotar de una oportunidad de supervivencia al esquiador malherido. Dispondrán sobre él una lona isoterma intentando crear a su alrededor un entorno de condiciones aptas para la vida durante unas horas, y cuando los cañones hayan acabado su labor, reiniciar el rescate con la esperanza de que siga vivo bajo toneladas de falsa nieve.

domingo, 24 de octubre de 2010

La música amansa a las fieras

Hay gente que necesita tapones para los oídos a la hora de estudiar, requieren silencio absoluto. Yo soy incapaz de concentrarme sin música.
Mi mayor temor en la vida consiste en, un día, ponerme los cascos en la biblioteca, e inconscientemente dejarme llevar por la música y cantar en voz alta.
Soñé que sucedía.

viernes, 22 de octubre de 2010

Siniestros

1) Mi madre se estaba comiendo al bebé. Todo el mundo se lo quería comer. Literalmente. Yo no podía hacer nada por impedirlo. Como si unas cuerdas invisibles me ataran.

2) íbamos por la autovía en el coche nuevo como todas las mañanas. El arcén estaba lleno de coches destrozados y había cadáveres de por medio que íbamos esquivando. E. me decía que si parábamos íbamos a llegar tarde. Yo no quería volver a pasar por allí.

martes, 19 de octubre de 2010

Reptiles

Recuerdo ser pequeño y soñar con una serpiente de tamaño descomunal. De muchos colores además: verdes, azules y amarillos fusionándose por todo su cuerpo en una combinación de escamas y colores, ofreciendo todo un espectáculo a la retina en forma de suave gradiente de colores.

Recuerdo contemplar asustado cómo giraba en sentido contrario al de las agujas del reloj habiendo adoptado la forma de una espiral en cuyo centro se enconraba su cola. Enroscada sobre sí misma, deslizándose por el suelo pero sin moverse, como si su movimiento fuera producto de una plataforma giratoria escondida bajo su cuerpo reptiliano.

lunes, 18 de octubre de 2010

De bombas y balsas

Estaba en Italia. No se veía el Coliseo, ni hombres en traje de chaqueta, ni nada parecido. Sin embargo, sabía perfectamente de qué país se trataba. Me encontraba en el apartamento de una señora que se parecía mucho a una de mis abuelas. Nos asomamos por la ventana (que, junto con un sofá horrible y una nevera minúscula constituía todo el mobiliario de la sala) y vimos un pequeño robot con ruedas aproximándose a una alcantarilla. La señora me informó de que eso quería decir que estaban buscando una bomba. Yo miraba al suelo (blanco con manchitas marrones, como el del piso en el que me crié) y me daba cuenta de que estaba en zapatillas y pijama. Hay peligro de muerte y lo primero que piensa mi yo onírico es que tiene que cambiarse para salir a la calle.
De pronto estoy en una balsa de madera como las de los parques de atracciones acompañada de una profesora y nuestra embarcación se cruza con la de A., que empieza a reírse de mí y me dice que si ese era mi yate y que soy una mentirosa. Yo le digo que no y que mi padre no tiene un yate, sino una embarcación de recreo y pesca de menor eslora.
No sé si me oye porque empieza a haber un oleaje increíble.

domingo, 17 de octubre de 2010

Baño de espuma

Hoy soñé con mi amiga A. Nunca la he mirado con el más mínimo deseo. La quiero muchísimo, pero antes me liaría con cualquier otra de mis amigas, por mucho que A responda más que las otras a los cánones de belleza socialmente más aclamados. Con esto quiero decir que personalmente, desde un plano meramente sexual, no me atrae nada. Pues esta noche A me atraía muchísimo, de una manera física como se ha demostrado empíricamente al despertarme. Estábamos ambos compartiendo una bañera de tamaño estándar, cada uno apoyando su espalda en el extremo opuesto y nos encontrábamos completamente a gusto desnudos compartiendo espacio. Además yo estaba excitadísimo y no sabría decir si A también, pero desde luego en absoluto le molestaba la excitación de la que ella era causa. Sin que las consecuencias físicas derivadas del sueño llegaran a más ni en el sueño ni en la realidad me desperté completamente confundido.