Amanecía en el Muro de Adriano. Hacía una temperatura
agradable, lo justo para no tiritar con una chaqueta fina. Yo esperaba, bajo
los tenues rayos de sol, a que comenzara algo -no tenía muy claro qué- con la
misma actitud con la que había esperado los últimos veinte años cada mañana
antes de mis clases. A mi lado, apoyado en una roca, Neko me contaba historias
de un viaje que había hecho. Yo le escuchaba riendo a la par que sujetaba una
mochila llena de libros. En ese momento, me venía un recuerdo que explicaba por
qué esa mochila:
Un hombre me había echado de mi casa y yo
había intentado hacer acopio de todas las posesiones posibles en una maleta y
una mochila mientras me gritaba. La maleta la había dejado en casa de mi hermana,
pero había decidido llevar conmigo la mochila.
Neko cerró sus anécdotas diciéndome que ya era la hora y le
seguía por un corto sendero que acababa en un montículo, donde una puerta
parecía dar entrada a la casa de un hobbit. Tras él, entré en un lugar sombrío
lleno de estanterías con libros viejos y multitud de sillas agrupadas en torno
a una televisión. Casi todas las sillas estaban ocupadas, así que me sentaba en
la primera que veía libre y, una vez instalada, vislumbraba a Postal y a
Cereza. Las saludaba pero Postal me mandaba callar con un gesto y dos mujeres
mayores, que estaban apoyadas en una de las estanterías, explicaban que íbamos
a ver una película ambientada en Barcelona. Yo quería gritarles a Postal y a
Cereza que eso me recordaba a nuestro viaje, pero, como al parecer estábamos en
una clase, no era lo apropiado. Una de las profesoras introdujo un VHS en el
vídeo y la primera imagen que apareció era el grupo Manel tocando una canción
que me resultaba conocida. Cuando el vocalista empezaba a cantar, toda la
clase, en una especie de coro improvisado, cantaba la letra, yo incluida. Al
terminar la canción, me levantaba (no sé muy bien por qué) y al pasar junto a una de las estanterías, un teléfono fijo sonaba. Contestaba y me
hablaba Alex Turner regañándome porque aún no había hecho el anuncio de su
disco. “Yo no soy publicista” le decía, en inglés. Él no me creía. Y así,
hablando por teléfono con el líder de los Arctic Monkeys a carcajada limpia, mientras
Cereza tiraba de mi manga para irnos a explorar la naturaleza de
Northumberland, terminaba mi sueño.
Qué guay ir al muro de Adriano xD! Qué confuso lo de Alex Turner
ResponderEliminar<3 Qué fantástico, idílico, bucólico y demás palabras esdrújulos. Love u :)
ResponderEliminarMe he reído mucho cuando has contestado al teléfono y has asegurado en inglés que no eres publicista. ¡Claro! Igual que cuando intentas hacer creer que no eres teclista de un grupo de pop en un sello independiente.
ResponderEliminarSoy la mujer de España que lo hace todo.
ResponderEliminar