El sueño comienza contigo enterrado hasta las rodillas en un descampado de un pueblo pequeño. Estás enterrado a la altura justa para poder flexionar las rodillas de tal modo que puedas sentarte en el suelo. La tierra que aprisiona tus piernas no es demasiado compacta así que podrías liberarte de ella con poco esfuerzo. De momento no te preocupa.
De pronto notas un cosquilleo extraño en tus pies y unos pinchazos. Insectos. Puedes verlos a través de la tierra y te producen mucha aversión. Nerviosamente mueves tus piernas intentando sacarlas, lo cual no es tarea difícil, pero cuando las sacas te ves cubierto de insectos que intentas apartar a manotazos y luego rociándote las piernas con una manguera que oportunamente ha aparecido a tu diestra.
Una vez limpio y un tanto turbado te montas en una bicicleta negra de paseo y pedaleas por ese pueblo grisaceo. Es un lugar curioso. De colores muy apagados, parece que hay una neblina en todas las cosas, podría ser un paisaje de la campiña inglesa. Tal vez basado en películas como Submarine o El Irlandés. Aunque todo está muy descuidado como si no viviera nadie desde hace mucho tiempo. Y desfilando por las calles con tu bicicleta no avistas una sola alma ni de hombre ni de animal. Solo vegetación. Como si hubiera vencido de algún modo. Sin embargo al doblar una esquina ves una gran aglomeración en la puerta de lo que parece un cine de barrio, todos llevan la misma chaqueta negra de nylon. Y en ese momento te das cuenta de que tú también llevas una chaqueta de nylon negra, pero no hace frío, ni calor, no hace nada. Ni siquiera corre el aire o se nota humedad. Solo la débil niebla.
Bajas de la bici y vas andando con ella hasta la entrada del cine y todo se vuelve completamente familiar, no como si hubieras estado allí antes sino como si supieras exactamente lo que tienes que hacer y a donde tienes que ir, como una ciencia infusa. Entras en el cine dejando la bicicleta tirada de cualquier manera a la entrada.
Una vez en la minúscula sala ves que no hay casi nadie y te sientas más bien centrado. Las puertas de emergencia están abiertas de forma que se ven unos muritos hechos polvo sobre los que se desbordan plantas trepadoras y magníficos helechos. Incluso el cine está descuidado con la pintura desconchada, el suelo manchado y los asientos raídos. Hasta parece que ha empezado a brotar algo por las esquinas de la sala. Es como un pueblo abandonado-habitado.
Te quedas mirando hacia una de las salidas de emergencia porque hay algo escrito en el murito pero está parcialmente tapado por la trepadora dificultando sobremanera su lectura. Entonces.
- Hey ¿Qué haces aquí? A ver la peli ¿No?
Aparece una chica bastante atractiva que conoces sonriendo y fumando, lleva tu misma chaqueta.
- Sí, bueno, no sé que película echan realmente.
- Ah, siempre es lo mismo, son como escenas ¿Sabes? Inconexas y tal. Son cintas que se encontraron en un sótano de por aquí, alguien grabó el pueblo una y otra vez. Aparecen diferentes lugares a diferentes horas. A veces sale gente, a veces nada. A veces se oye música. Todos empiezan con una escena del descampado y acaban con una escena de la vista aérea del pueblo. Son escenas muy cortas ¿Sabes? Como si hicieras zapping por el pueblo. Todas con cámara fija. Vamos por la cinta trece.
- ¿Cuántas hay?
- Cincuenta o así.
- ¿Y quién las grabó?
- Ni idea, nadie lo sabe, la casa donde se encontraron estaba abandonada desde los sesenta y las cintas son, como mucho, de hace diez años.
- Pero...
- Shh, que ya empieza.
Las luces se apagan y la película empieza a rodar, entra una tenue luz desde las puertas de emergencia. Y ahí está, la primera escena: El descampado en el que estabas enterrado hasta las rodillas. Intentas mirar la película o lo que sea eso, pero no puedes dejar de mirar el murito, necesitas leerlo. Así que te levantas.
- Disculpe, lo siento, tengo que salir.
Y a medida que te acercas a la salida una extraña sensación se apodera de ti, como si llegaras tarde a un sitio. No solo como si llegaras tarde, sino como si, además, no tuviese remedio. Como si ya nada tuviese remedio. Siguen las escenas del pueblo estampándose en la pantalla, el zapping, ahora suena una música, una pieza clásica que te suena mucho pero no consigues distinguir. Ya estás fuera de la sala y te acercas al murito, apartas con una mano la verde trepadora que tapa el mensaje, está un poco borrado, seguramente por el paso del tiempo, pero aún se puede leer perfectamente.
«¿Lo de las cintas? Fui yo.»
Reconoces tu letra.
Te despiertas.
JO.
ResponderEliminarQué pasote de sueño xD ¡Yo quiero!
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