jueves, 8 de marzo de 2012
Gusanos
miércoles, 7 de marzo de 2012
Xenofobia
Cuando das una fiesta en casa, siempre llega un punto en que la cosa cobra vida propia y empieza a desarrollarse por sí sola sin necesidad de tu supervisión. La gente interacciona, la bebida corre, la comida se acaba.
Nosotros estábamos de celebración porque mi amigo S por fin había vuelto de su erasmus intergaláctico, y en uno de esos puntos en que el guateque alcanza autonomía, mi amigo me llevaba aparte a la habitación en donde dormiría, y con una emocionada sonrisa acompañada de un no se lo cuentes a nadie, encendía una ténue luz de mesita de noche y las sombras del rincón más apartado de la habitación obtenían definición para pasar a mostrar la figura de un alienígena con la cabeza gacha. Efectivamente, se había traído un extraterrestre consigo, y efectivamente, la idea no podía horrorizarme más.
En mi sueño no podía imaginar algo más repulsivo que tener un extraterrestre en casa, ése no era su lugar. No debería estar ahí medio agachado en ningún rincón de ninguna habitación de mi casa. Y aún considerando su aséptico aspecto, su figura de alienígena clásico de manual, mi mente no podía concebir su derecho a existir donde se hallaba ni el derecho de mi amigo S a sonreir con ese aire estúpido, orgulloso de su particular souvenir.
En el mismo sueño además, con fondo de relato moralista, un terrible sentimiento se apoderaba de mí: no estaba siendo mejor que un racista, machista u homófobo. Todos dábamos asco. Unos por esto, otros por lo otro.
sábado, 3 de marzo de 2012
La piedra
viernes, 2 de marzo de 2012
Sobre nutrias
R y yo paseábamos por un bosque húmedo y de tonos verde oscuro, y marrón. Por el mismo discurría un río en suave pendiente desde el pequeño cerro por donde se extendían los árboles. Junto con el río y siguiendo su trayectoria por el lado izquierdo, un camino sinuoso permitía un agradable paseo por la orilla del curso de agua. En cuanto R y yo decidíamos adentrarnos por tal sendero, observamos a dos juguetonas nutrias nadando alternativamente corriente arriba y corriente abajo.
Reminiscencia de viejos recuerdos, de excursiones familiares y salidas educativas a la montaña, recuerdo repentinamente qué nombre reciben las nutrias en valenciano, y exclamo dirigiéndome a ellas: 'Les llúdrigues, les llúdrigues!'. Ellas reparan en mí, salen del agua y se acercan.
R permanece en su sitio y yo me dirijo a 'les llúdrigues', éstas vienen hacia donde estoy y elevándose sobre sus dos patas traseras se apoyan en mí, y una de ellas me muerde. Intento deshacerme de ellas caminando hacia el bosque, siempre bordeando el río. Ellas siguen mis pasos, y cuando me paro esperando que hayan cesado en su acción mordedora, vuelven a atacarme las dos, pero débilmente, como si fueran dos gatos mordiendo al jugar.
Yo vuelvo hacia donde está mi amiga R, pero todavía llevo detrás a 'les llúdrigues' y van a continuar persiguiéndome.