Sueño.

(Del lat. somnus).

1. m. Acto de dormir.

2. m. Acto de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes.

3. m. Estos mismos sucesos o imágenes que se representan.

domingo, 17 de noviembre de 2013

La persecución

Apareces de pronto en una construcción enorme que se extiende durante kilometros. Dirías que es una especie de edificio al modo Expo 92, completamente desierto, te atreverías a juzgarlo abandonado si no fuera por el buen estado en el que se encuentra. Blanco, impoluto, limpieza como de pesadilla.

Unas vigas metálicas vertebran el edificio, a tu izquierda se encuentran las ventanas, son unas placas que ocupan toda la pared externa de forma que todo lo de dentro se ve desde fuera y viceversa, pero una especie de luz ígnea te impide ver qué hay fuera. A tu derecha un pasillo metálico de rejilla que permite entrever qué hay abajo: solo pisos y más pisos de distribución homóloga al que pisas. Después del pasillo un enjambre extraño de cubos recubiertos de madera contrachapada que van del suelo al techo.

Andas unos pasos y entonces escuchas un ruido metálico que viene de abajo. Rápidamente reconoces ese sonido como unos pasos de alguien corriendo. Sube por tu espina un escalofrío, esos pasos no han sido sino un consejo. Corre.

Corres hacia el enjambre de cubos y descubres que es mucho mas frondoso de lo que imaginabas. Escuchas el acalorado galope del otro mientras decides que camino elegir, entonces lo ves pasar por delante de ti cruzando entre cubos a muchos metros de donde te encuentras, y en ese momento, ciencia infusa, lo sabes: Es una persecución. Lo que no sabes es si eres el perseguidor o el perseguido.

Corres, sin saber si huir o si buscarle, pero corres de todos modos. Sabes que el error sería, ahora, quedarse quieto. Corres por ese bosque de cubos y alguna vez ves a ese otro pasar como una ráfaga por delante de ti, cruzando de cubo a cubo a varios metros de ti.

Cada vez notas los pasos más cerca. No sabes que has de hacer cuando lo veas. No sabes quién es, ni cuánto lleváis corriendo, ni por qué estáis allí.

Coges el siguiente cubo a la derecha y lo ves corriendo a unos metros de ti en la misma dirección. Pelo corto, chaqueta y pantalones negros, zapatos de vestir también oscuros. No sabes si deberías dar la vuelta o si deberías acelerar para agarrarlo. Entonces te quedas quieto. Y él para también.

Te despiertas.

2 comentarios:

  1. Está claro que querías correr la Maratón de este domingo.

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  2. ¡Ay! Es ese tipo de relatos que terminan proyectándose en pesadillas obscenas, infinitas y salvajes. Y yo que quería dormir.

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