domingo, 10 de marzo de 2013
Las mascotas suicidas
Yo era pequeña y volvía con mi hermana de una manifestación. Pasábamos por delante de la casa de una amiga suya y su amiga, que estaba en la puerta, nos decía que subiéramos a tomar algo. Entrábamos en una casa vieja y llena de polvo de seis plantas. Las escaleras estaban llenas de toallas y sábanas bajo las que había perros y gatos y yo tenía que ir con mucho cuidado para no despertarlos ni asustarlos, porque me daba miedo que me atacaran. Por fin, después de pasar infinita angustia,llegábamos a la cocina, que estaba en la planta de arriba del todo. Allí, me ofrecían agua en un vaso asqueroso. La cocina tenía una barandilla y se veía el hueco de la escalera. Entonces un perro de la casa, pequeño, gris y con el flequillo tapándole los ojos, se subía a la barandilla con mucho cuidado, se quedaba unos segundos quieto y saltaba, para seguidamente estrellarse con el suelo en una explosión de sangre roja. Entonces un gato hacía lo mismo y poco a poco todas las mascotas de la casa se suicidaban. Yo quería irme, pero, mi hermana, prudentemente, me decía que era mejor esperar a que pasara el bombardeo de animalitos suicidas.
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