Sueño.

(Del lat. somnus).

1. m. Acto de dormir.

2. m. Acto de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes.

3. m. Estos mismos sucesos o imágenes que se representan.

lunes, 25 de marzo de 2013

Borges, dictador.



Trabajaba en mi sueño como niñera para la hija de Borges (¿tuvo Borges una hija?) – dictador de república bananera, asesino, gran lector, sacrosanto hijo de puta, según le llamaban sus enemigos-  la cual tenía a su vez dos hijas repelentes, llenas de lazos y chillidos, que me enervaban pero – la hostia – era la única manera de salvar a mi familia. Lo único que me salvaba de aquel suplicio era al acceso ilimitado a los manuscritos, a los textos, a las obras que paliaban los días oscuros en la extraña tierra llenas de palmeras. La casa, grande; la biblioteca, repleta. Y fíjate que nunca vi al dictador en aquella casa hasta que un día C. y unos amigos más – parecían, con sus barbas y sus cosas, sacados de alguna película retrofranquista, luchando contra los grises (Me acuerdo de Últimas Tardes con Teresa, obra sobrevalorada en mi humilde y cínica opinión). Querían, al parecer, recuperar un libro de una poeta portuguesa – Palonha Olvido o algo así -, gran luchadora contra los opresores del mundo, asesinada brutalmente en sus 24 años de vida (lo informan esto los intrusos mientras le ayudo a colarse dentro de la biblioteca) por las infames tropas de las dictadura brasileña. No me preguntes qué dictadura. No me preguntes por qué Brasil. Sea como sea, ella ha escrito eso, y lo robamos, y me ofrece C. que me vaya con ellos, que cuidarán mi familia, que necesitan gente como yo que conozca todo desde dentro. Hay una laguna en mis recuerdos hasta que estamos en el patio de palmeras y plantas tropicales. Acaba de llover o yo quiero – yo consciente – ver la arena aplastada y húmeda bajo nuestros pies mientras nos ocultamos tras unos setos y aparece un mujer rubia (¿desertora?) enfundada en un horrible vestido dorado, hermosa a pesar de ello, que intercambia una conversación rápida con C. y hablan del libro, y le echamos en cara que después de todo lo que Palonha hizo, ella esté con el enemigo. Abrimos el libro y por encima del libro leo palabras como grilletes, como arena, como gravilla. Y es la gravilla pisada lo que oigo yo cuando suenan los disparos y mis amigos – los amigos de C. – han muerto (no sé cuándo coño los hemos perdido) disparados, y la mujer rubia nos dice que ella está al lado del Dictador Borges, pero Borges le mira mal  por haber leído a Palonha Olvido y a veces tiene miedo.  Y a nuestro lado se oye, otra vez, el ruido de la gravilla pisada, y aparece Jorge Luis Borges – aún no está ciego – con paso marcial, vestido de militar, fumando un puro mientras se ajusta el fusil, y no puedo hacer otra cosa que no sea acordarme de aquel dictador de Santo Domingo, el general Trujillo, que violaba niñas y mataba enemigos de veinte mil en veinte mil. Y es él, el dictador Borges que se acerca a nosotras y estamos sentadas en el suelo, ocultas tras el arbusto – no para él, maldito seas Borges, que lo viste todo antes que nadie – pero, insisto, se acerca, y nos mira por encima del seto, sin sonreír, coge el libro de mis manos y se marcha en silencio mientras alguien, cerca de nosotras, carga otro fusil de asalto.



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1. Hoy no he dormido bien porque he soñado que Borges, el dictador, asesinaba a algunos de mis amigos mientras yo hablaba de poesía. Supongo que el sueño es resultado de esta tristeza tan específica que provocan los días eternos de lluvias. Ocurre a menudo que te desdibujas y hay, qué se yo qué, un diluvio y un aluvión, y un hatajo de maleantes sueños que te alimentan el estado de ánimo, que lo sumen en un patético proceso de autoinculpación, que te recuerdan las cosas que no son y que no pueden llegar a ser.

domingo, 10 de marzo de 2013

Las mascotas suicidas

Yo era pequeña y volvía con mi hermana de una manifestación. Pasábamos por delante de la casa de una amiga suya y su amiga, que estaba en la puerta, nos decía que subiéramos a tomar algo. Entrábamos en una casa vieja y llena de polvo de seis plantas. Las escaleras estaban llenas de toallas y sábanas bajo las que había perros y gatos  y yo tenía que ir con mucho cuidado para no despertarlos ni asustarlos, porque me daba miedo que me atacaran. Por fin, después de pasar infinita angustia,llegábamos a la cocina, que estaba en la planta de arriba del todo. Allí, me ofrecían agua en un vaso asqueroso. La cocina tenía una barandilla y se veía el hueco de la escalera. Entonces un perro de la casa, pequeño, gris y con el flequillo tapándole los ojos, se subía a la barandilla con mucho cuidado, se quedaba unos segundos quieto y saltaba, para seguidamente estrellarse con el suelo en una explosión de sangre roja. Entonces un gato hacía lo mismo y poco a poco todas las mascotas de la casa se suicidaban. Yo quería irme, pero, mi hermana, prudentemente, me decía que era mejor esperar a que pasara el bombardeo de animalitos suicidas.

martes, 5 de marzo de 2013

Dos sueños


1.Spectrality
Iba a un fotomatón a hacerme una foto y esta salía en blanco y negro. Detrás de mí se veía un fantasma como en esas de la señora Lincoln. Lo que pasa es que mi fantasma no había ganado ningún Oscar.

2.La discoteca
Hacía mucho frío y entrábamos en un pub muy espartano en lo que respecta a decoración. Nos pedíamos unas copas y súbitamente nos mandaban a la planta de abajo. Todos corríamos por las escaleras como si nos persiguieran. Aparecimos en una habitación de paredes blancas más pequeña que un dormitorio . Olía mal y había un proyector y música estridente. De pronto aparecía un compañero mío de clase bastante pavo con una sudadera de Iron Maiden muy fea y yo le decía: ‘¿pero tío qué haces con eso?’ a lo que respondía con tanta ilusión que se la acababa de comprar que yo me callaba y decidía subir a ver qué había pasado. La planta de arriba de repente se había transformado en un bonito y sofisticado café con muebles caros. Me desperté sin saber dónde había adquirido aquel chico la prenda.

domingo, 3 de marzo de 2013

Pianobar

Estás en el futuro. Uno muy lejano. Es invierno, el frío te congela tanto que casi no puedes caminar, casi no puedes ver de lo cerrada que es la noche, tu compañera casi no puede caminar, no sabes de qué la conoces pero está contigo en esto y ya es mucho compromiso. Sois la resistencia de una especie de guerra que no entiendes, sólo podéis desplazaros por vías de tren construidas antes de los años cuarenta, ella lleva una especie de cápsula robótica, no estás seguro de que es pero morirías por su integridad. Lleváis horas caminando por las vías de tren y de repente un ruido metálico:
 - Será un guardián - Dice ella.
Os escondéis detrás de un vagón abandonado que está cruzando transversalmente la vía. Miras rápidamente cuánta munición te queda; a penas el sesenta por ciento. En el futuro hay una especie de armas electromagnéticas con batería y la tuya está al sesenta por ciento, eso son unos ciento veinte disparos de rifle de repetición (que es lo que llevas). 

El ruido metálico era efectivamente un guardián, tu compañera, la protectora, tu hermana en armas está asustada, debe tener nueve o diez años, es rubia, lleva una bufanda y la cápsula verdosa: 
 - Mátalo, por favor. - Susurra
El guardián lo escucha, se gira y oyes su mecanismo cargando la ametralladora integrada en su brazo. Pero tu eres, por supuesto, más rápido.

Después de esto el camino es bastante tranquilo, charlas con ella pero no te acuerdas de qué habláis. Veis unos cuantos animales cruzando las vías abandonadas, algunos no parecen animales en absoluto. Llegáis a una especie de invernadero y entonces...

Apareces en la Gran Vía, estas en el presente año. La chica sigue contigo pero ahora tiene el pelo rosa y  no lleva ninguna capsula, es verano y tú vas con una camisa hawaiana, pero ella sigue vestida como entonces. De pronto, un pensamiento en tu cabeza "hay que huir":
 - Hemos de huir - le dices.
Pero ya no hay  nadie para escucharte, estás solo en la gran vía. Te giras y ves un caddy de golf conducido por Antonio Machín, decides que es un cara suficientemente conocida como para fiarte de ella y, por supuesto, montas:
 - Doy por hecho que siendo taxista conocerás algún pianobar por la zona.
 - Te llevaré a mi favorito.
El vehículo en el que vas es capaz de atravesar la materia y de flotar, así que os dirigís volando hasta un chaflán y atravesáis la pared del tercer piso para llegar a una habitación blanca sin puertas ni ventanas con un piano en el centro y un sofá pegado a la pared:
 - Hola ¿Quién es el chico? - Pregunta Lauren Bacall pero en morena y con un traje rojo oscuro.
 - Viene conmigo
 - Pasad, ya han llegado.
En el sofá están los Rolling Stones, aunque no se parecen nada a los Rolling Stones. Les saludas como si les conocieras de toda la vida y ellos hablan un perfecto español. La versión morena de Lauren Bacall se pone a tocar el piano, parece algún tipo de versión de Can't Help Falling In Love With You, pero no estás muy seguro, ya casi no lo recuerdas. Y entonces, desde detrás de Lauren se yergue una figura, te suena de algo y no sabes de qué. Lleva algo resplandeciente y verdoso entre las manos, parece que eres el único que la adviertes. La voz de Lauren se vuelve metálica. La figura de detrás de ella se perfila. Tu hermana en armas:
 - Mátala por favor.

Te despiertas.