martes, 29 de enero de 2013
Columpio de barras de hierro
Estamos en Alemania pero desde luego no se parece a Alemania ni en ningún momento se da por sentado que sea Alemania, y la autocaravana es mucho más grande que de costumbre. Mi padre decide que yo conduzca, ellos tienen que hacer algo y yo me llevaré la autocaravana para llegar a Berlín. Antes, sin embargo, tenemos que llegar a al hotel. La autocaravana se convierte en una especie de barco-lancha y pasamos por tres ciudades distintas antes de detenernos (algunas se parecen a Venecia y otras a Estambul). Hacemos maniobras para entrar en los puertos. Mis padres desaparecen y yo estoy en un hotel de lujo donde Y y su padre aparecen para arreglar algunos negocios. M también está ahí, pero yo me enfado porque no quiere venir a Berlín conmigo, parece que el 6 de junio se va a algún sitio con Y. Me echo en las tumbonas del jardín del hotel. M, que me miraba desde la entrada, viene a hablar conmigo y nos sentamos sobre uno de esos columpios para niños hechos de barras de hierro muy muy en lo alto. M me habla, dice un montón de cosas y parece que no dice nada pero sí. Se acerca cada vez más a mi cuello pero es que viene al caso de lo que estamos hablando. Me despierto.
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