Mi cuerpo se componía básicamente de mi cabeza, mis manos y una enorme tela roja y ondulada cortada en forma triangular con aspecto de carpa de circo. Mis manos me permitían extender la tela como si fuera un ala-delta y ser un brillante y triangular tejido rojo allá donde fuera.
En particular decidía llevar a cabo mi existencia en la playa, donde me extendía tanto como me era posible, tumbándome boca abajo y convirtiendo mi espalda en una cómoda y suave lona sobre la que mis amigos y amigas pudieran descansar gozando de la brisa marina y el sonido de las olas.
Y el momento más feliz, el final del sueño en forma de reflexión de toalla de playa: pensar que además de placentera para mí, mi existencia era también la garantia de comodidad de la gente que quiero.
Siempre es un placer el hacer sentir bien a a la gente que nos importa, verdad?
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