Sueño.

(Del lat. somnus).

1. m. Acto de dormir.

2. m. Acto de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes.

3. m. Estos mismos sucesos o imágenes que se representan.

lunes, 25 de junio de 2012

Sin batería en el Tibidabo

Estamos en Barcelona mi padre, mi hermano, mi cuñada y yo.  Mi hermano ha alquilado un coche y quiere ir a Castellón. '¿Para qué?', le digo. 'Hay muchas cosas que hacer aquí.' Se van y me quedo sola con mi padre. Le pido por favor que me lleve al Tibidabo, que nunca me ha dado tiempo a subir y dice que le parece una idea perfecta y que nos vamos a montar en el avión. Yo le digo que no hace falta coger un avión si ya estamos en Barcelona, pero me aclara que se refiere al avión que hay en el parque.
Una vez arriba, se olvida de las atracciones y entramos en una casa a merendar. Le grito que voy a salir a hacer fotos, y cuando intento disparar, descubro que mi cámara no tiene batería. Me odio por irme de viaje sin haberla cargado antes. El resto del sueño me lo paso quitando pilas de relojes y otros objetos electrónicos que me encuentro en esa casa extraña intentando que hagan funcionar mi cámara en vano.

domingo, 24 de junio de 2012

Pizza Margarita


Alguien llamaba a la puerta. Al abrir, su sonrisa y un movimiento ligeramente rotativo y ascendente de su cabeza. 'Hola, soy el repartidor de pizza'
Pero aquello no trataba de comer pizza, aquello era el tekken, y el repartidor con su polito corporativo, su ridícula gorra con el logotipo y su absurdo cronómetro colgando del cuello mi adversario. Yo, por mi parte, lucía zapatillas de ir por casa, pantalones anchos de pijama y camiseta de tirantes.
Éramos dos personajes perfectamente caracterizados de la nueva edición del famoso videojuego.

Round 1
Posición básica de defensa, rodillas flexionadas, torso girado hacia la derecha, y mano izquierda con la palma hacia el pizzero para frenar un posible ataque. Decido atacar primero. Le arrebato las cajas de pizza, las abro y una por una lanzo con fuerza todas las porciones a mi enemigo, el cual ni se inmuta, recibiendo con una sonrisa de burla los impactos sobre su pecho de acero.

Round 2
Esta vez decido no ser el primero, el repartidor avanza, le espero. Él ataca, o más bien amaga, lo que le permite pillarme desprevenido y agarrar uno de mis brazos con fuerza por la muñeca. Un brazo inutilizado, y lo que parece ser el inicio de un combate cuerpo a cuerpo se me plantea. Sabiendo que nunca se me dio bien la fuerza bruta busco una alternativa inteligente. Entonces me percato. Con el brazo libre arranco el cronómetro que pende del cuello de mi adversario. Lo esgrimo con aire victorioso y mostrándole el display le digo 'Has tardado más de 35 minutos en traer la pizza. Has tardado demasiado'. Es entonces cuando desde el cronómetro una especie de campo de fuerzas golpea al pizzero haciéndole volar por los aires como si una mano invisible le hubiera asestado un brutal puñetazo en el pecho.
Es mi famoso ataque psicológico.

KO

domingo, 17 de junio de 2012

Densidad lunar


Estábamos todos en clase de alemán una vez más, un montón de caras conocidas se repartían entre los pupitres de a dos, una gran noticia, pues parecía que todos habíamos sido capaces de superar el nivel anterior. Bien por nosotros. 
Asimismo, un cierto número de caras nuevas se intercalaban entre los ya conocidos, un inmejorable comienzo de curso, con todos los viejos amigos y con otros tantos nuevos por conocer.
Entre los ya veteranos, todos sabíamos quiénes sabían más alemán y quiénes menos. Como en todas partes, alguna lumbrera había, también alguien que habiendo vivido en Alemania, tenía especial facilidad y en contrapartida, otras personas entre cuyas virtudes no se encontraba la facilidad del aprendizaje de lenguas extranjeras. A este heterogéneo colectivo (lumbreras, experimentados y patosos) fue al que sacaron de clase en la primerísima lección, vinieron a buscarlos sin un motivo concreto, si bien todos imaginábamos que respondía a la reestructuración de los niveles, repartir a la gente en función de sus conocimientos reales del alemán.
Todo esto habría tenido sentido en tanto que se trataba de la primera clase del curso y nadie había sido sometido a ninguna prueba de nivel. No obstante, se desmoronó tal teoría conforme los elegidos para abandonar el aula volvían todos a su clase original al cabo de un rato y con una expresión ausente o digamos, cara de bobalicón.
Durante el descanso, quienes habíamos permanecido todo el rato en el aula, comentábamos lo extraño de la situación, los que se habían ausentado de la clase no soltaban prenda. La intriga caló en nosotros hasta que algunos curiosos volvieron del hall donde habían ido a investigar y en donde encontraron en la papelera de al lado de la fotocopiadora, una copia desechada, algo borrosa, en donde se podía leer parte de un informe:

'Las cebollas, cuya composición original en peso fue de 99 gramos por litro, vieron tal valor disminuido hasta los 96 gramos por litro únicamente debido a su estancia en el satélite'

De repente, los hechos se nos mostraron claros: estaban haciendo experimentos con los alumnos del centro alemán, los sacaban de clase para llevarlos a la Luna e inmediatamente traerlos de vuelta, con el único objetivo de demostrar que viajar a la Luna disminuía la masa cerebral.

martes, 12 de junio de 2012

El anillo de pedida

Íbamos a dar un paseo por la playa y me quería coger de la mano pero yo me empeñaba en esconder ambas en los bolsillos de la gabardina. Hablábamos de tonterías y yo estaba más nerviosa conforme pasaba el tiempo, buscando temas de conversación disparatados.  Finalmente, me agarraba por los hombros para detenerme, sacaba una caja del bolsillo de su chaqueta y una de mis manos del bolsillo de la mía. Yo gritaba que no, pero, sin hacerme caso, cogía un anillo con una flor pequeñita de brillantes e intentaba ponérmelo. Entonces se daba cuenta de lo que yo intentaba esconder...¡no tenía anular! Era como si me lo hubiesen cortado y hubiese cicatrizado en tiempo récord.
-Bueno, de todos modos nunca hemos tenido claro si el anillo de compromiso iba en la izquierda o en la derecha, ¿no? Dijo sin inmutarse, mientras me lo ponía en la otra mano, que estaba perfecta.

lunes, 11 de junio de 2012

Un paseo en lancha

Yo y una serie de personas [que variaban de dos a tres según las partes del sueño] íbamos a ver unas carreras de coches a la supuesta Ronda Norte de Valencia, que en este caso estaba en el sur. Llegar era fácil porque había un autobús, pero a la hora de volver teníamos que caminar hasta un barrio desconocido donde supuestamente ya podríamos coger el autobús de vuelta. Lo malo es que la Ronda Norte-Sur estaba atestada de tráfico y no había ni un solo paso de peatones o semáforo que nos permitiera cruzarla por ningún lado. Teníamos que sortear una serie de isletas [de isleta en isleta] que al final nunca conseguían llevarnos a ningún sitio. Unas señoras mayores trataban de cruzar con nosotros y al final terminábamos llegando al puerto pero no a donde queríamos: teníamos que ir a la Facultad de Filosofía a consultar las notas. Entonces aparecía por allí un profesor de filosofía que nos aseguraba que nos llevaba hasta la Facultad en su lancha motora. Subíamos en su lancha confiadísimos y cuando nos queríamos dar cuenta estábamos camino de Alicante. El señor revelaba que le perseguía la policía y que nos secuestraría. Yo entraba en cólera y gritaba y gritaba hasta que aquel decía: bueno, vale. Pues os bajáis aquí. Bajábamos en Segorbe y allí estaban mis padres y unos amigos suyos que habían ido a hacer turismo con las autocaravanas. Nos llevaban a la facultad y yo podía ver mis notas.


[Nota: En la vida real jamás hubiese ido a ver carreras de coche]
[Nota2: En lancha motora no se puede llegar de ninguna de las maneras a la Facultad de Filosofía, a menos que esta funcione con ruedas o vuele]
[Nota 3: Si íbamos de Valencia a Alicante íbamos hacia el sur, pero Segorbe está al norte de Valencia]